Juan Vicente Bolívar y Ponte, quien carga con infinidad de denuncias en la Capitanía General de Venezuela.

Por las venas de Simón Bolívar corría sangre de su progenitor, Juan Vicente Bolívar y Ponte, quien carga con infinidad de denuncias en la Capitanía General de Venezuela.

Entre 1765 y 1775 fue designado Oficial Real del Puerto de La Guaira, a pesar que el sistema anticorrupción era muy riguroso, este no era perfecto, y algunos funcionarios lo eludían.

Juan Vicente tejió una red de corrupción en Caracas y La Guaira a través de sobornos e influencias. Llegó a atesorar la segunda fortuna de Venezuela, luego de la del marqués del Toro.

Entra en tratos con la monopolística Compañía Guipúzcoana desde antes de los álgidos problemas del tráfico ilegal, manejando los negocios del cacao, tabaco, añil y cueros de res; admitió regalos en fraude al fisco de la Real Hacienda, del cuál, este criollo era administrador.

El fuerte monopolio de la Compañía hizo que se incrementara el contrabando, donde Juan Vicente se haría cómplice a cambio de comisiones, al mismo tiempo que contrabandeaba sus mercancías en La Guaira.

Todo esto, confirmado en el «Expediente a don Juan Vicente Bolívar» del padre Alejandro Moreno Olmedo.

Según un nutrido expediente que reposa en el Tribunal Eclesiástico de Caracas, era conocido como consumado violador y corruptor de menores, especialmente de niñas indígenas dejadas en su encomienda.

Existen documentos de Autos y Sumarias contra Juan Vicente Bolívar del año 1750, en San Mateo, donde se recogen varias denuncias, referidas por el obispo Díez Madroñero. Denuncias realizadas por las víctimas, familiares y vecinos.

Algunas de estas indígenas estuvieron en estado de gravidez, y hubo un caso, al menos registrado, donde el amo la indujo a provocarse un aborto.

Dice así una de las denunciantes en un documento existente en el Archivo de la Arquidiócesis de Caracas:

"Desde que las muchachas tienen diez años, ya las persigue hasta echarlas al inmundo: pasan de doce las doncellas que yo sé ha desflorado en sólo este pueblo".

Autor: Emilio Acosta.