HISTORIA Y CULTURA HISPÁNICA UNIVERSAL

📃 El 13 de junio de 1813, José Bonaparte, impuesto por su hermano Napoleón como “rey” de España, huía precipitadamente de Madrid, abandonando la capital por segunda vez, tras conocer la derrota de las tropas francesas en la batalla de Vitoria. Su “reinado” ilegítimo, sostenido únicamente por las bayonetas napoleónicas, fue rechazado de forma masiva por el pueblo español desde el primer día. La Guerra de la Independencia no fue sólo una lucha contra el invasor, sino también una afirmación nacional, popular y heroica. La huida del intruso Bonaparte marcaba el principio del fin del dominio francés en la península. La resistencia tenaz del pueblo, junto al esfuerzo del ejército regular, las guerrillas y el apoyo aliado, obligaban al enemigo a abandonar el suelo patrio. ¡Fuera los invasores, viva España libre e independiente!

El Reino Unido de la Gran Bretaña desde tiempos tempranos mostró gran interés en las posesiones hispánicas en el continente americano, prueba de ello es el plan Maitland redactado por el Teniente General del Ejército Británico y gobernador colonial Thomas Maitland en el año de 1800. Por eso cuando los mantuanos abrazan las ideas independentistas reciben el apoyo británico por medio de armamento, soldados y créditos a los insurgentes. Una vez consumada la independencia, las nuevas repúblicas se convierten en colonias comerciales británicas. Páez como presidente de Venezuela firma los primeros tratados de libre comercio con Reino Unido. Los británicos envían como representante en Venezuela a Sir Robert Ker Porter, quién en 1825 sería cónsul británico en Caracas y luego encargado de negocios inglés en Venezuela. Ker Porter detestaba los escudos de armas hispanos usados en aquella época y en 1836 las autoridades venezolanas buscaban sustituir el escudo de la Gran Colombia por uno propio. P...

Hace más de 125 años, el barco Antonio Díaz, luchando por proporcionar suministro a Puerto Rico, fué brutalmente cañoneado y hundido por los estadounidenses en 1898 Un héroe, marino, logró rescatar la enseña nacional del barco a punto de irse a pique, llegar herido a la orilla y en su lecho de muerte, entregárla a otro compatriota puertorriqueño para que la protegiera de los Yankis. Este la escondió frente al asedio de los enemigos y en cuanto pudo, fué a las Siervas de María, en la propia bahía de San Juan, para que ellas y Dios, protegieran la Bandera Española ante el invasor. Desde entonces, y como honra a su pasado, a su fé y Hispanidad, las humildes siervas de María, izan orgullosas, da igual la lozanía o su vejez, la Rojigualda a la llegada al puerto de San Juan de un buque español. Es el recuerdo, el homenaje, a esos valientes puertorriqueños, insulares y peninsulares, que derramaron su sangre en Puerto Rico por la Fe Cristiana, por la Corona y por España. Dios os bendiga.